La psicomotricidad es el conjunto “de interacciones cognitivas, emocionales, simbólicas y sensorio motrices en la capacidad de ser y de expresarse en un contexto psicosocial”, según la definición consensuada por las asociaciones españolas de Psicomotricidad o Psicomotricistas. La psicomotricidad desempeña un papel fundamental en el desarrollo armónico de la personalidad. Partiendo de esta concepción se desarrollan distintas formas de intervención psicomotriz que encuentran su aplicación, cualquiera que sea su edad, en los ámbitos preventivo, educativo, reeducativo y terapéutico.
En el ámbito educativo la psicomotricidad
implica aspectos socioafectivos, motrices, psicomotrices e intelectuales, ya que se preocupa del progreso global del niño a partir de sus vivencias corporales que le facilitan el desarrollo de las capacidades de percepción, comunicación y expresión mediante la interacción activa de su cuerpo con el medio que le rodea.
Las sesiones de psicomotricidad se van adaptando al público, desde el bebé hasta la persona mayor, de forma preventiva o terapéutica, de forma individual o grupal.
Los talleres de psicomotricidad encuentran un gran éxito en el publico de personas mayores, ya que trabaja el equilibrio, estimula el movimiento, fomenta el encuentro social y la comunicación y previene las caídas.
Cuando hablamos de psicomotricidad siempre nos centramos en las edades tempranas olvidando otras etapas de la vida donde tiene gran relevancia. Así, en la edad adulta la psicomotricidad sigue siendo vital para trabajar el desarrollo cognitivo, motor, social y afectivo. Vamos a hacer un repaso de cómo puede ayudar la psicomotricidad a las personas mayores.
– Facilita la adquisición del esquema corporal, permite que el niño tome conciencia y percepción de su propio cuerpo.
– Aborda los diferentes patrones motores como la marcha, la carrera, el salto, el lanzamiento y la recepción.
– Favorece el control del cuerpo, a través de la psicomotricidad, el niño aprende a dominar y adaptar su movimiento corporal.
– Ayuda a afirmar su lateralidad, control postural, equilibrio, coordinación, ubicación en tiempo y espacio.
– Estimula la percepción y discriminación de las cualidades de los objetos, así como la exploración de los diferentes usos que se les puede dar.
– Crea hábitos que facilitan el aprendizaje, mejora la memoria, la atención y concentración, así como la creatividad del niño.
– Introduce nociones espaciales como arriba-abajo, a un lado-al otro lado, delante-detrás, cerca- lejos y otros más, a partir de su propio cuerpo.
– Refuerza nociones básicas de color, tamaño, forma y cantidad a través de la experiencia directa con los elementos del entorno.
– Se integra a nivel social con sus compañeros, propicia el juego grupal.
– Reafirma su autoconcepto y autoestima, al sentirse más seguro emocionalmente, como consecuencia de conocer sus propios límites y capacidades.
La psicomotricidad es una terapia que actúa sobre el desarrollo global del ser humano en el movimiento motor, el desarrollo cognitivo, en el área social y en los sentimientos.
En las personas mayores la psicomotricidad cobra una importancia especial. Con el paso de los años, se ven deterioradas las capacidades cognitivas, físicas y afectivas. Este deterioro afecta a la actividad diaria de las personas mayores limitando su movilidad o causando impacto en sus emociones o en el ambiente social que le rodea.
Ahí entran en juego las terapias, como la psicomotricidad, que pueden ayudar a ralentizar el proceso y conseguir un envejecimiento más saludable.
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